Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 13 de junio de 2008
en Boulder, Colorado, Estados Unidos
Texto original: Creation and Destiny
Más información sobre este texto
Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.
Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.
En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.
“Para entender lo que Dios está haciendo en vuestro mundo, debéis entender lo que está haciendo en todo el universo.”
El universo físico comenzó con la Separación hace mucho tiempo, antes incluso de que empezara la manifestación física del propio universo. La Separación representa la parte de la Creación de Dios que se ha disociado a sí misma, buscando una existencia separada. Por tanto, el Creador de toda vida puso en marcha todas las fuerzas, las fuerzas geológicas, para establecer un gran entorno físico en el que los separados pudieran vivir y evolucionar. El Creador de toda vida estableció los procesos de la evolución y la selección aleatoria para que las formas de vida pudieran evolucionar en interacción con sus medioambientes, los múltiples medioambientes que se producirían, y para que el universo, en esencia, funcionase mecánicamente por sí mismo de acuerdo a estas leyes.
Todas las leyes de la naturaleza fueron puestas en marcha. Todas las leyes de la física y la química fueron puestas en marcha, de modo que el universo —el universo físico, el universo manifiesto— pudiera mantenerse, sustentarse y funcionar por sí mismo y Dios no tuviera que mantenerlo todo en equilibrio. Aquí el universo se expandiría, ofreciendo a la vida oportunidades únicas para emerger y existir en formas primitivas durante largos períodos, hasta el momento en que pudieran establecerse niveles de vida más avanzados, formas de vida en las que los separados pudiesen entrar para vivir en mundos habitables rodeados por otras formas de vida inteligente.
El universo, por tanto, es un entorno en el que la vida evoluciona y tiene muchos lugares donde existir, en muchas formas y expresiones. Esa parte de la Creación de vida de Dios, que ahora buscaba diferenciarse y tomar formas separadas, tendría un gran entorno donde vivir y crecer; donde afrontar la realidad del cambio, el crecimiento y el deterioro; y donde las leyes de la naturaleza establecerían los parámetros para la vida y su vasta evolución, de modo que las muchas Tierras que serían habitables pudiesen llenarse de una variedad de criaturas, plantas y medioambientes naturales.
La vida en este universo físico sería temporal. No sería posible mantener la vida en la forma manifiesta para siempre. Y aquellos que están separados y buscan permanecer separados estarían ligados a esta realidad y tendrían que funcionar dentro de esta realidad. Ellos serían capaces de ser creativos en esta realidad hasta cierto punto, y tendrían que buscar recursos y afrontar el dilema de vivir separados de Dios.
El problema de la supervivencia, el problema de la competición, el problema de la enfermedad y la exposición a otras formas de vida, el problema de afrontar entornos difíciles, el problema de relacionarse con otros en un estado separado y la línea evolutiva que supone ir desde ser pueblos muy primitivos hasta mayores dimensiones de manifestación y desarrollo social, enfrentando la competición de otros grupos dentro del mundo propio y, en última instancia, enfrentando la competición de grupos de otros mundos —este es el terreno que Dios ha creado para que esa parte de la Creación, que es solo una pequeña parte de la Creación, tuviera un lugar donde vivir, donde crecer, donde tomar decisiones y redimirse mediante el descubrimiento del Conocimiento y mediante la contribución a su propia gente y a sus propios mundos.
Esto es una simplificación excesiva de la realidad y la intención de la vida. Pero, aun así, presenta los principios fundamentales sobre los que uno puede empezar a comprender su propia naturaleza dual y lo diferentes que son la una de la otra —por un lado, su naturaleza física como criatura habitando en un mundo y en un medioambiente, y por otro, su naturaleza Divina.
Pero en última instancia, la una está para servir a la otra. Vuestra naturaleza física está para servir a vuestra naturaleza espiritual. El propósito mayor por el que estáis en la vida manifiesta, un propósito que Dios os ha dado, es proveer un servicio único a vuestra raza mientras estáis aquí, en vuestra existencia temporal en la realidad física.
Esta es la teología de la vida en el universo. No es la teología de la vida para solo una raza. El entendimiento humano de su propia naturaleza y propósito Divinos es por tanto limitado, porque solo los contempla en el contexto de una única raza —en el contexto de vuestra propia historia y su serie de eventos, en el contexto de vuestra propia naturaleza y temperamento, de vuestras propias fortalezas y debilidades y de vuestras propias inclinaciones y estructuras sociales.
En verdad, para entender lo que Dios está haciendo en vuestro mundo debéis entender lo que está haciendo en todo el universo, en la Comunidad Mayor de vida que habitáis. Por eso este mayor entendimiento es tan esencial. Cuando lo traéis a vuestra propia existencia, este entendimiento comienza a aportar una tremenda claridad a vuestra naturaleza, a vuestras circunstancias, a vuestra comprensión de vosotros mismos y de otras personas, a vuestras inclinaciones y a vuestra conciencia de que existe dentro de vosotros un Poder Mayor —un poder para guiaros, protegeros y conduciros a un gran logro en la vida—. En cierto sentido, necesitáis un entendimiento de la Comunidad Mayor para tener la máxima oportunidad de ver con claridad vuestra naturaleza dual y cómo vuestra vida física está para servir a la realidad espiritual.
Mientras que vosotros y otros habéis buscado refugio en la separación para experimentaros a vosotros mismos como creadores, Dios os ha dado otro propósito para la estancia en la vida manifiesta. Vosotros buscáis la separación, pero Dios os ha dado otro propósito y lo ha imbuido en vosotros. Porque en realidad no podéis separaros de Dios aunque lo intentéis, ya que el núcleo de vuestra realidad y vuestra identidad es el propio Conocimiento, que ha sido creado por Dios y nunca puede estar separado de su Fuente.
Quizá esto será confuso al principio, pero una vez que lo veáis estará claro como el día. Una vez que ganéis un punto de vista en la montaña de la vida desde donde poder ver más allá de los árboles, las colinas y los valles, veréis el panorama de la vida con claridad. Por eso, tomar los pasos al Conocimiento —retornar al Conocimiento, ganar una conciencia y una experiencia del Conocimiento— es como escalar una gran montaña. Al principio no podéis ver nada. Es muy confuso. Y la montaña parece pequeña y fácilmente alcanzable. Pero eso es porque solo veis sus flancos inferiores y no podéis contemplar ni su inmensidad ni el gran viaje que hará falta para alcanzar sus puntos panorámicos más altos.
La gente quiere un entendimiento fácil sin hacer el viaje, pero el viaje lo es todo. Es en el viaje donde comenzáis a fortaleceros, donde vuestros objetivos se clarifican, donde aprendéis el criterio apropiado para las relaciones, donde aprendéis qué podéis llevar con vosotros y quién puede viajar con vosotros en el ascenso a esta montaña, donde obtenéis sabiduría y perspectiva y donde clarificáis vuestras propias intenciones y resolvéis vuestros propios conflictos. Aquí es donde dejáis atrás vuestro pasado vivido en la confusión, dominados por las fuerzas sociales a vuestro alrededor y por el ambiente mental en el que vivís.
No todo el mundo puede ascender a esta montaña con vosotros, ni podéis llevarlo todo con vosotros. No podéis llevar todas vuestras creencias, actitudes y suposiciones. Porque a medida que avancéis se dejarán a un lado ciertas cosas, quedándoos en última instancia con solo lo que es esencial para vuestro viaje. Si vivís con lo que es esencial, reconoceréis y sentiréis que vuestra vida es esencial. De igual modo, si llenáis vuestra vida de lo que no es esencial, sentiréis que vuestra vida tampoco lo es.
Comprender la Creación al nivel de la Comunidad Mayor aporta, por tanto, una inmensa claridad a vuestra vida y a vuestra experiencia de propósito aquí en este momento, dentro de las circunstancias limitadas de vuestra existencia. Aquí aprendéis a ver la diferencia entre lo que es diferente y lo que es igual, así como la diferencia entre la gran variabilidad de la vida manifiesta y la singularidad, la claridad y la unión de vuestra vida espiritual interior. Aquí comenzáis a reconocer la gran jerarquía de vuestra vida, en la que vuestro cuerpo sirve a vuestra mente y vuestra mente sirve a vuestro Espíritu.
A medida que lleváis esto a vuestra experiencia de estar en el mundo, ello aclara gran parte de la confusión y la incertidumbre y también gran parte del conflicto y la autonegación. Porque ahora estáis aquí para servir a un mundo en necesidad. Ese es vuestro propósito mayor. Pero solo el Conocimiento en vosotros sabe cuál es ese servicio, dónde puede aportarse más completamente, quiénes son los individuos a los que necesitaréis uniros para proveer este servicio, con quiénes serán vuestras relaciones esenciales, cuáles son los criterios para esas relaciones y cómo seréis capaces de integraros a vosotros mismos en una única persona con un punto de referencia más profundo en vuestro interior, en vez de ser una persona que es arrastrada aquí y allá por las muchas y diversas fuerzas de persuasión.
Solo Dios sabe cómo redimiros. Solo el Plan que se ha puesto en marcha puede sosteneros, uniros y daros la experiencia de tener un mayor propósito. Todos los individuos en la vida manifiesta han recibido un propósito mayor, aunque solo un porcentaje muy pequeño de ellos lo ha descubierto. Gran parte de este propósito está relacionado con los entornos donde viven. Si vivís en una civilización muy estructurada y tecnológica, la posibilidad de que experimentéis el Conocimiento y lo expreséis es muy pequeña.
Vuestro entorno de aprendizaje, por tanto, puede ser extremadamente restrictivo. Y aquí una vez más no os dais cuenta de la gran ventaja que tenéis viviendo en un mundo de relativa libertad, un mundo con diversidad en sus expresiones y experiencias religiosas. Vosotros contempláis vuestras desventajas y debilidades, pero no os dais cuenta de las inmensas fortalezas y oportunidades que tenéis en contraste con la Comunidad Mayor donde vivís. Es posible que perdáis estas oportunidades, y estáis en peligro de hacerlo al enfrentar los grandes cambios que están llegando a vuestro entorno —el gran cambio que está llegando como resultado de vuestros recursos decrecientes, de vuestra [menguante] capacidad de producir alimentos, de la distribución del agua y del riesgo de conflictos y guerra.
Estas cosas os mostrarán lo preciosas que son vuestras ventajas y cuánto vosotros y los demás las habéis descuidado previamente —sin ver su gran importancia, sin comprender lo raras que son en un universo donde la vida inteligente a menudo tiende hacia la uniformidad y el control en entornos donde no hay libertad, entornos donde la posibilidad de descubrir el poder y la presencia de estas Fuerzas Invisibles en el universo y la realidad del Conocimiento dentro de uno mismo es extremadamente remota.
El tiempo no es una preocupación para Dios, pero es una preocupación para los que viven en la vida manifiesta. Puede decirse que aquí el tiempo equivale a sufrimiento. El tiempo que os lleva aceptar quiénes sois y qué sois realmente puede medirse en términos de sufrimiento —de confusión, de negación, de odio a uno mismo, de depresión, de adicción y de errores inmensos en la vida—. Estáis en el lugar equivocado, con las personas equivocadas y haciendo las cosas equivocadas —cosas que son dañinas, cosas que os impiden progresar, cosas que os están reteniendo—. Si tuvierais algún sentido de vuestra naturaleza y propósito verdaderos veríais lo destructivo que es esto, cuánto carece de sentido, cómo al final equivaldrá a nada y lo fácil que sería que vosotros, que tenéis estas libertades en este mundo, desperdiciaseis esta gran oportunidad que tenéis de vivir en un mundo emergente como este, donde todavía existe libertad de expresión personal, donde existe una expresión religiosa variada y donde la oportunidad de acceder al Conocimiento todavía es muy grande.
El shock de aprender sobre la vida en la Comunidad Mayor es el shock de descubrir la poca libertad que hay, lo opresivas que son muchas naciones en el universo y lo carente de inspiración que es esta existencia para sus habitantes. Aislados aún en vuestro propio mundo, todavía no podéis valorar estas cosas desde vuestra propia experiencia. Pero podéis observar vuestro mundo y ver las naciones donde la libertad de la gente está restringida, reconociendo cómo esto podría agudizarse cada vez más en un entorno de la Comunidad Mayor.
La humanidad se dirige hacia el agotamiento de los recursos. Lo que necesitáis entender es que toda nación avanzada en el universo afronta el agotamiento de los recursos. Esta es la amenaza que pende sobre ellas. Esa es su condición. Ellas han innovado tecnológicamente para afrontar este problema, pero la tecnología también requiere recursos. Si uno pierde su autosuficiencia en este sentido, se arroja entonces a una serie de circunstancias muy difíciles, donde su vida y sus circunstancias serán controladas por otros —otros que proveen los recursos que uno no puede proveerse por sí mismo—. Esto establece naciones que son uniformes y opresivas, donde todo el mundo debe pensar igual y hacer lo que se les dice. Esta es la norma entre las naciones avanzadas del universo, mientras que las naciones libres, las naciones que valoran la creatividad y la posibilidad para el individuo, son por contra extremadamente raras.
Esto no es lo que queréis oír, pero es lo que debéis oír, de lo contrario no comprenderéis la vida más allá de vuestras fronteras. No comprenderéis el progreso de la vida. No comprenderéis las difíciles circunstancias que existen en la Comunidad Mayor. Y no comprenderéis la naturaleza y las intenciones de los que están visitando vuestro mundo en la actualidad, por qué sus objetivos son los que son y qué es lo que les motiva.
Dios tiene un Plan Mayor. Vosotros no podéis comprenderlo; solo podéis participar en él. Si participáis en él, será evidente que hay un Plan, que existen Fuerzas Mayores, más allá de vuestro rango visual, que os están asistiendo, y que existe un mayor movimiento no solo en vuestro propio mundo, sino por todo el universo —un movimiento hacia la resolución, un movimiento hacia el fin de la separación, un movimiento de redención hacia el descubrimiento de la experiencia del Conocimiento. Esto es universal.
Los problemas que enfrentáis en este mundo son los mismos problemas que enfrentan los individuos en todos los mundos. La necesidad de libertad es una necesidad que se experimenta en todas partes —la libertad de pensar, la libertad de actuar, la necesidad de poder moverse, la libertad de discernir la dirección interna de uno mismo, la libertad de seguir esa dirección, la libertad de crear, la libertad de descubrir el propósito mayor de uno mismo y de expresar ese propósito, sin opresión, sin condena y sin subyugación.
Por tanto, no miréis a la Comunidad Mayor como si fuera un vasto recurso aguardando vuestra exploración. No penséis que es un gran terreno de juego a donde podéis ir a recrearos, viajando por ahí como un turista, viviendo aventuras y demás. Todas estas motivaciones demuestran que no tomáis vuestra vida en serio y que no reconocéis la oportunidad mayor que vuestra vida os está ofreciendo para descubrir vuestras inclinaciones más profundas y encontrar aquí una mayor realización.
El destino de toda vida inteligente es redescubrir el Conocimiento y retornar a Dios mediante el servicio a sus mundos. Esto es lo que termina la Separación. Porque si estáis reconociendo, experimentando y siguiendo el Conocimiento más profundo, significa que estáis experimentando una relación con lo Divino. Estáis siguiendo la Voluntad Divina. Dios os está hablando a través del Conocimiento. Lo estáis siguiendo de maneras muy específicas, lo que os lleva a hacer cosas muy específicas, a involucraros con ciertos individuos y a establecer relaciones que representan un propósito superior en la vida. Todavía sois individuos. Todavía vivís en vuestro mundo particular. Todavía enfrentáis los desafíos de vuestras circunstancias. Todavía enfrentáis los límites a la libertad que existen en vuestro mundo. Pero ahora estáis conectados a algo más profundo y mucho, mucho más grande —algo que trae unidad y claridad a vuestra vida y alivio a vuestros propios conflictos y contradicciones internas.
El universo se vuelve entonces un lugar donde podéis contribuir. Aquí la contribución se vuelve vuestro énfasis según experimentáis una mayor realización mediante el servicio y el dar a otros, dando desde este manantial de Conocimiento que os está sirviendo, que os está nutriendo y que os está proporcionando una dirección a seguir en la vida, una dirección que debéis seguir.
Hay una Presencia con vosotros. Es la Presencia invisible. Está aquí para daros coraje y fortaleceros, no para gobernaros. Debéis encontrar el Conocimiento para que os guíe. Ninguna fuerza espiritual os va a gobernar. Lo que debéis encontrar y seguir es el Conocimiento. Esto os trae de vuelta a vosotros mismos. Esto establece vuestra autoridad en la vida. Os da poder. Os da certidumbre. Os da dirección. Y también os conecta a vuestra Fuente. En esencia, os da lo que necesitáis como individuos y comienza a poner fin a la separación en vuestras vidas.
Aquí veis el universo físico como un lugar temporal. Ya no resulta tan abrumador. Ya no es tan amenazante. Sois capaces de viajar por él guiados por un Poder Mayor, reconociendo sus oportunidades y sus limitaciones, sus placeres y sus tragedias, sin perderos en estas cosas.
Podéis rezar a Dios por muchas cosas, pidiendo ventajas y protección, pero el mayor regalo que Dios os va a dar ya os lo ha dado —un regalo que espera a ser descubierto, experimentado y expresado—. Es por eso que Dios está trayendo al mundo la práctica espiritual más fundamental que hay en la vida, en la forma del Camino del Conocimiento de la Comunidad Mayor, para que practiquéis ahora lo que otros están practicando por todo el universo, para que desarrolléis las habilidades que están desarrollando razas de todo el universo, para que ganéis una resonancia más profunda y, por tanto, una conexión más profunda con la vida. Quizá ya sentís una conexión con la vida en el universo, porque estáis orientados hacia la Comunidad Mayor en vuestro interior. Esto traerá claridad a esta conexión, aportando significado, propósito y una gran relevancia a vuestra vida.
Dios os ha dado libre albedrío. Podéis elegir lo que seguiréis en vuestra vida, aunque poca gente utiliza por completo esta libertad de elección. En la mayoría de lugares del universo, los individuos no tienen libertad de elección o no se les ofrece. Pero aun así la tienen. Una vez que comprenden que el Conocimiento es una realidad, ellos podrán elegir entre reconocerlo o no, entre seguirlo o no, entre experimentarlo o no, y entre expresar lo que les da a expresar o no.
Dios no forzará la redención sobre vosotros. Es por eso que en el universo no hay Día del Juicio. Dios sabe que, sin la guía del Conocimiento, cometeréis errores tontos y a menudo terribles. Dios sabe que, sin la guía del Conocimiento, vuestra vida estará llena de errores y dificultades, de confusión e incertidumbre. Esto es lo que ha creado el mundo que veis. Es el mundo donde los individuos están viviendo sin conciencia del Conocimiento.
Por eso, aunque tenéis una gran libertad en comparación con la Comunidad Mayor, dentro de vosotros mismos no sois libres. Sois esclavos de vuestros miedos. Sois esclavos de vuestros deseos. Sois esclavos de vuestro condicionamiento social y de las expectativas de otros. Sois esclavos de vuestra necesidad de aprobación. Sois esclavos de vuestras fantasías y vuestros deseos. Sois esclavos incluso de vuestros objetivos, que a menudo no reflejan vuestros mejores intereses.
Lo que os libera de todo esto es un Poder Mayor que tiene un mayor destino para vosotros. Tenéis cosas importantes que hacer en la vida, y si no estáis haciéndolas os sentiréis inquietos y descontentos, confusos, inciertos, críticos con vosotros mismos y con otras personas, quejándoos continuamente, etc. Tenéis libertad de elección. La Presencia está con vosotros. Podéis elegir entre experimentarla o no. Podéis elegir entre acercaros a ella o no. Podéis elegir entre comprenderla o no.
Muchas personas se pierden en cosas triviales o en los pormenores de sus apretadas agendas. Permanecen ocupadas para no sentir lo que saben, para no reconciliarse consigo mismas, corriendo por ahí constantemente, preocupadas, consumidas, manejadas, sin ningún sentido más profundo sobre dónde están o qué están haciendo.
En el universo, todos los seres que viven en la separación pueden elegir entre continuar viviendo en la separación o comenzar un camino de retorno, un viaje de retorno a su Fuente. Esta es la esencia de la cuestión. Las diferentes características de la teología de una nación, las diferencias entre las religiones que existen en vuestro mundo y en otros mundos, las diferencias en las creencias, las diferencias en la pompa, las diferencias en la adoración o en la práctica espiritual —estas cosas no son la esencia de la cuestión; estas cosas no son muy importantes—. El maestro que uno sigue, el avatar o salvador que reconoce, la interpretación de la salvación en la que cree —estas cosas no son la esencia de la cuestión.
Lo que os devuelve a Dios no es aquello que creéis, sino seguir lo que Dios ha puesto dentro de vosotros para que lo sigáis. Vuestras creencias pueden ayudaros u obstaculizaros en vuestro descubrimiento del poder y la presencia del Conocimiento dentro de vosotros.
Grupos y naciones en el universo han luchado interminablemente sobre sus creencias religiosas. ¿Quién está en lo correcto? ¿Quién tiene razón? ¿Qué versión de la realidad es la versión oficial de la realidad? ¿Qué creencia en Dios es más correcta que la creencia en Dios de algún otro? Todas estas cosas son dilemas de la mente, pero para el Espíritu solo existe el Único —el poder y la presencia del Conocimiento, lo que Dios ha puesto en vosotros y en otros para guiaros y llevaros a un lugar de contribución que os es enteramente natural y que representa la realización de la necesidad más profunda de vuestra alma.
Esta es la teología de la vida en el universo. Es aplicable al esquema mayor de las cosas más allá de vuestra imaginación, y habla a la parte más íntima de vuestra propia existencia. Es vasta e incalculable, y a la vez extremadamente íntima y esencial a todo lo que hacéis. Reconocer la diferencia entre las manifestaciones de la religión y la práctica fundamental en el Camino del Conocimiento es realmente separar la esencia del asunto de sus formas de expresión; es ver lo que es esencial y ponerlo en contraste con lo que es solo circunstancial.
Podéis practicar el Camino del Conocimiento dentro de una religión formal o fuera de una religión formal. Esto es lo que os muestra lo que es uniforme y consistente en el universo y lo que os conecta a otras formas de vida en el universo y a otros miembros de vuestra Familia Espiritual, quienes no son todos humanos. Esto es lo que os permitirá comunicaros con otras formas de vida, reconocerlas, entender sus intenciones, discernir su comportamiento, reconocer si son fuertes en el Conocimiento o no, así como lo que les guía, lo que les motiva y lo que les limita. Esta es la esencia de vuestras futuras comunicaciones con la vida en el universo y la esencia de vuestra comunicación entre vosotros aquí en la Tierra.
La teología del universo es realmente la claridad y la unidad de propósito que servís con todos los seres guiados por el Conocimiento. Mientras podáis discernir la diferencia entre el Conocimiento y las manifestaciones y creaciones de la mente, seréis capaces de ver esto con claridad. Y ello hará toda la diferencia en cómo os veis a vosotros mismos y a vuestro mundo, así como en vuestra capacidad de prepararos para vuestro futuro en la Comunidad Mayor.